La serendipidad, energía en mentes creativas

Esa oportunidad de la que no solemos ser conscientes

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El afán por la mejora en el bienestar y el avance de la humanidad se ha visto, desde fechas remotas, propiciado por una mano amiga: la serendipidad o serendipia. Muchos descubrimientos y aportes en la investigación de varios campos han recibido la ayuda de aquellos personajes que han tenido la tenacidad de no obcecarse por un resultado diferente al que habían planeado.

 

Se trata de la facultad de hacer un descubrimiento afortunado de manera accidental gracias a la capacidad del observador. Es decir, aprovechar unos resultados que en un principio podrían tomarse como un error, consiguiendo fortuitamente un resultado diferente al que se pretendía y, sin embargo, de mayores dimensiones que el imaginado. Esto no sería posible sin el ingenio de personas capaces de observar desde su propia intuición.

 

Son personas que han mantenido una mente abierta hacia la innovación, con lo que han conseguido mayores logros de lo que en un principio hubieran imaginado. Mentes creativas a las que la curiosidad lleva más allá de sus propios propósitos de descubrimiento.

 

En lenguaje coloquial, se podría traducir como “chiripa”. Serendipidad o serendipia son términos todavía no aceptados oficialmente por la Real Academia Española de la Lengua, aunque integrados en la Academia de la Lengua Inglesa. Se incluye en todos los diccionarios de inglés editados con posterioridad a 1974, con el nombre de Serendipity. Cada día aparece en más escritos, y de ello se hace eco Manuel Seco en su reconocido Diccionario del Español Actual.

 

Sus raíces etimológicas, gracias a Simbad

 

En la historia de Simbad, de Las mil y una noches, aparece un reino exótico y oriental: “El reino de Seréndip”, nombre persa tomado a su vez del árabe sarandib o serendib, denominación ancestral de la isla de Ceilán/Sri Lanka. Esto enlaza con un antiguo cuento anónimo que narra la historia de “Los tres príncipes de Serendip”. Estos príncipes debían viajar y solucionar problemas para, en el futuro, saber gobernar su reino. Pero cuando intentan solucionar los interrogantes que ellos mismos se habían cuestionado, encuentran respuestas a otros problemas de mayor envergadura y que ni siquiera se habían planteado.

 

La llegada del concepto a Occidente se produce en 1754, cuando el escritor inglés Horacio Walpole, en uno de sus viajes por Asia, escucha el citado relato, del que queda prendado. Tanto es así que inventa el término serendipity para describir los descubrimientos o hallazgos que se han obtenido por accidente y que aplica a algunas de sus propias creaciones literarias.

 

Aportación al mundo científico

 

En principio el concepto es utilizado en el ámbito de las humanidades, pero poco a poco se va introduciendo en otro tipo de literatura, como es la científica. En 1955, la revista Scientific American lo adopta como acepción técnica de referencia al descubrimiento científico casual. Tiene sentido que se ajuste a numerosos descubrimientos científicos, tanto teóricos como técnicos, que se producen por casualidad (se encuentran sin buscarlos), pero que no se habrían realizado de no ser por la visión sagaz del investigador científico.

 

Interesantes casos conocidos

 

Uno de los primeros casos surgió en el siglo III a.C., cuando el rey Hierón de Siracusa encargó al matemático griego Arquímedes que averiguara si el orfebre que le había fabricado su corona le había engañado, no utilizando todo el oro que le había proporcionado. El rey sabía los lingotes de oro que le había dado pero no sabía medir el volumen de la corona para compararlo. Estando Arquímedes en los baños públicos metido en una bañera se dio cuenta de que ésta derramaba agua por los bordes, descubriendo que el volumen de agua desalojado era igual al volumen de su cuerpo. Emocionado, salió corriendo desnudo gritando ¡Eureka!. Había encontrado la solución al problema del rey, pero también a otros muchos, con el Principio que lleva su nombre.

Otro ejemplo fue cuando Newton, viendo caer una manzana del manzano de su casa, se preguntó ¿por qué la Luna no cae, y sí cae la manzana? Este planteamiento le llevó a formular la Ley de la Gravitación Universal.

A comienzos del siglo XX, Einstein, asociando la velocidad de la luz con el límite de la materia, dio con la Teoría de la Relatividad.

La observación que hizo Alfred Wegener en la década de 1920 del parecido de las costas de África y Sudamérica, a pesar de la crítica de los geólogos de su época, desembocó en la Tectónica de Placas.

Existen muchos otros descubrimientos similares, como la construcción de cristales de aumento por Lippershey en 1606; las bases del estudio biológico de la neurofisiología y la neurología por Galvani en el siglo XVIII; el invento de la pila por Volta en 1880; el caucho vulcanizado por Charles Goodyear en 1844; la penicilina por Alexander Fleming en 1928; el velcro, los post-it, los polímeros conductores (Premio Nobel de Química de 2000), etc.

 

Su implicación en la literatura creativa

 

En heurística, esa cualidad de buscar la solución de problemas bajo la experiencia propia o ajena, uno de los proyectos de búsqueda de vida extraterrestre lleva el nombre de “serendip”. Incluso, en una acepción relacionada con el destino, el concepto aparece en la película de Peter Chelsom de título “Serendipity”.

 

En 1989, Royston M. Roberts publica el libro: “Serendipia. Descubrimientos accidentales en Ciencia”, traducido al castellano, en el que recoge casi un centenar de descubrimientos de esta índole, centrados en la industria química.

 

La necesaria conexión con la creatividad

 

El azar no es nada sin alguien que le dé significado a través del conocimiento, y el conocimiento es infértil cuando no existe suficiente capacidad creativa. Estos ejemplos tienen un aspecto anecdótico pero no hay que tener una visión simplista y pensar que todos los méritos se deben a la casualidad. La preparación, dedicación y esfuerzo son necesarios en todo trabajo científico.

 

Cuando uno se comporta de forma asertiva en sus relaciones, por lo tanto en su comunicación, muchas veces, esa respuesta que está buscando motivado por una inquietud, viene dada gratuitamente, de una forma sutil. Esto demuestra, una vez más lo eficaz que es el manejarse con espíritu abierto y no empecinarse; es decir, no tender a la tozudez, sino a la tenacidad, para poder recibir todas las oportunidades que la vida brinda.


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