La armonía de las plantas

Cuando nos centramos en crear un ambiente colorido, armónico y agradable, uno de los ayudantes con que contamos para acompañarnos suelen ser las plantas naturales. Tanto en nuestro hogar como en el entorno laboral, ocupan parte de nuestro espacio.

Se trata de un reino que no es ajeno a nuestras emociones; tienen vida propia y necesitan de nuestro apoyo. Con poca tarea por nuestra parte, son compañeras agradecidas. Siempre están ahí, con la condición de que las cuidemos y "mimemos" para obtener la recompensa de ver su crecimiento. Esto aporta mucho más que cualquier otro objeto de decoración, que siempre será estático en su forma. En cuanto a la inversión que necesitamos para mantenerlas, e incluso para adquirirlas, es mínima y adaptable a los diferentes bolsillos.

La posición sí que cuenta

Al igual que las personas necesitamos la luz y el oxígeno para llevar una vida saludable, abierta y lejos de depresiones, las plantas requieren de esa iluminación, preferiblemente natural, un espacio armonioso y limpio (las estridencias sonoras y la acumulación de polvo les restan salubridad) y una hidratación uniforme a la época del año.

Tan sólo hay que fijarse en la humedad de la tierra y vaporizar, de vez en cuando, sus hojas. Cuando uno se involucra en querer que esa compañera luzca y mantenga una belleza diaria, se la trata como a una amistad: observando qué es lo que en ese momento pueda necesitar...es muy simple, se trata de saber que está ahí, regarla, fertilizarla, quitar el polvo de sus hojas y las partes que se mueren para dar paso a otras que van renovándose (como cuando nosotros nos cortamos las uñas).

Los decibelios como factor de crecimiento en las plantas

Está demostrado científicamente que la música interviene en el crecimiento de las plantas así como en su belleza. Cuando se tiene la intención de ir más allá en el camino de la serenidad, y se quiere uno involucrar fuera de las celdas sociales de lo que está o no de moda, se puede escarbar en este terreno: los sentimientos de las plantas.

Dado que la percepción de las vibraciones del reino vegetal, al igual que las del reino animal, difieren tanto de las nuestras, es necesario ayudarnos de un estetoscopio. Al auscultar una planta cuando hay música presente, el resultado es de un sonido muy diferente al de cuando se la está agrediendo (pellizcando una hoja, por ejemplo). Es también muy interesante investigar con los diferentes tipos de música, desde la clásica hasta el rock, donde las vibraciones en cada planta muestran sus diferentes gustos.

Los peligros de algunas plantas venenosas

La diffembachia, planta perenne de la familia de las aráceas, bajo su apariencia inofensiva, contiene una sustancia altamente tóxica. Su savia, que se concentra en el tallo y cerca del pecíolo, ha sido usada tradicionalmente por indígenas amazónicos para envenenar la punta de sus dardos de caza.

El simple contacto de la mano sobre los ojos, después de su manipulación, puede producir ceguera temporal. El peligro extremo sería el contacto con un bebé, que podría sufrir de asfixia antes de llegar a cualquier centro hospitalario. En cuanto a nuestras mascotas domésticas, deben tener difícil acceso y contacto. Por lo tanto, el mejor consejo está en manipularla con guantes y evitar todo tipo de riesgos, al tiempo que vigilar el lugar donde se coloca.

Un regalo atemporal y sin conflictos de género

El regalar una planta, es uno de los recursos que más se suelen utilizar en celebraciones ligadas a un fuerte vínculo emocional: nacimientos, noviazgos (enamoramientos), bodas, inicios profesionales, entierros...No es necesario fijarse en la época del año, pues siempre hay preciosas plantas a disposición, ni tampoco es ya un condicionante que el agasajado sea de género femenino para que el presente sea bien acogido.

Es un regalo que requiere de una mínima responsabilidad (no es comparable a la de una mascota), sin embargo, se ha de cuidar al menos 2 veces por semana. No hace falta esperar una razón festiva para obsequiarse una planta, o tal vez, compartir con quienes queremos nuestras propias creaciones y trasplantes de las que ya tenemos.

Muchas veces nos complicamos con la intención de sorprender, en un intento de adivinar aquello que satisfará más a quien queremos o "tenemos" que hacer un regalo. Muchas veces el limitador a nuestra intención, más allá del ingenio, es el factor económico.

Existe hoy un automatismo por consumir productos ya elaborados y empaquetados para regalo, consecuencia de una sociedad de consumo, donde el ingenio suele quedarse para los creativos publicitarios. Quizás el factor "crisis" en el que está vibrando la sociedad, sea uno de los mejores incentivos para alimentar nuestra creatividad y sensibilidad. Las plantas pueden ser las mejores aliadas en ese emprendimiento.