El arte de la observación

Hombre sentado en posición de meditación

 

Dicen que de todas crisis nace una oportunidad, yo más bien creo, que no confronta lo anterior, que podemos observar el vaso medio lleno: lo que sí tenemos y lo que nos aporta esta situación. 

Mi propuesta, para aportarte, es aprovechar el sentirnos más responsables de nuestra vitalidad, dirigiendo la mente hacia una conciencia más elevada, por encima del peor virus del mundo (el Miedo) y realizar todo aquello que nos ponga en modo HAMOR (amor + humor, sin ironía, del que sienta bien y respetuoso!) 

 

Te invito a que frenes un poco el "no tiempo" y entres en "mi tiempo" (el tuyo). Tenemos esa potestad, ¿!no!?

Tal vez ahora nos permitamos visualizar nuestro interior y ver más allá, en paz, en calma.

La forma es muy sencilla, tal vez sentados en una silla, sobre un cojín o encima de una alfombra, respirando en profundidad 3 veces, inhalando por la nariz (respiración pectoral, no abdominal) y vaciando el aire, en el mismo tempus,  por la boca y con los ojos cerrados. Ahí tan sólo hemos de dejar la mente en blanco y, tras el tiempo que le hayamos dicho a nuestro móvil (5-10-15...hasta 30 min) dejarnos en paz, vaciar la mente.

Una vez suene el avisador, regresamos con otras 3 respiraciones abriendo ya los ojos. Esta es la meditación Zen, viable para cada día e impecable para ponernos en orden. La postura de las manos es casi tocando las rodilla en forma de OK.

 

 

Taza y tetera con té verde

 

Te propongo que disfrutes de una tacita de té o café, a tu gusto al tiempo que disfrutas de la lectura del maestro y su discípulo. A veces nos cuesta entender y los cuentos aportan una serenidad especial.

 

"El discípulo llegó hasta el maestro y le dijo:

  --Guruji, por favor, te ruego que me impartas una instrucción para aproximarme a la verdad. Tal vez tú dispongas de alguna enseñanza secreta.

Después de mirarle unos instantes, el maestro declaró:

  --El gran secreto está en la observación. Nada escapa a una mente observadora y perceptiva. Ella misma se convierte en la enseñanza.

  --¿Qué me aconsejas hacer?

  --Observa -dijo el gurú-. Siéntate en la playa, a la orilla del mar, y observa cómo el sol se refleja en sus aguas. Permanece observando tanto tiempo como te sea necesario, tanto tiempo como te exija la apertura de tu comprensión.

Durante días, el discípulo se mantuvo en completa observación, sentado a la orilla del mar. Observó el sol reflejándose sobre las aguas del océano, unas veces tranquilas, otras encrespadas. Observó las leves ondulaciones de sus aguas cuando la mar estaba en calma y las olas gigantescas cuando llegaba la tempestad. Observó y observó, atento y ecuánime, meditativo y alerta. Y así, paulatinamente, se fue desarrollando su comprensión.

Su mente comenzó a modificarse y su consciencia a hallar otro modo mucho más rico de percibir.

El discípulo, muy agradecido, regresó junto al maestro.

  --¿Has comprendido a través de la observación? -preguntó el maestro.

  --Sí -repuso satisfecho el discípulo-. Llevaba años efectuando los ritos, asistiendo a las ceremonias más sagradas, leyendo las escrituras, pero no había comprendido. Unos días de observación me han hecho comprender.

El sol es nuestro ser interior, siempre brillante, autoluminoso, inafectado. Las aguas no le mojan y las olas no le alcanzan; es ajeno a la calma y la tempestad aparentes.

Siempre permanece, inalterable, en sí mismo.

–Ésa es una enseñanza sublime -declaró el gurú-, la enseñanza que se desprende del arte de la observación.

 

El Maestro dice: Todos los grandes descubrimientos se han derivado de la observación diligente. No hay mayor descubrimiento que el del Ser.

 

Observa y comprende."

 

Deseo que esta lectura te haya acompañado en un momento de tranquilidad y te llegue su mensaje.

Si así lo deseas, puedes escribir tu comentario.

Gracias por estar aquí.

Escribir comentario

Comentarios: 0