El mundo de los adolescentes destaca por la transición de niño a adulto. Es un movimiento sistémico, en el que entran en una fase de transformación de cuerpo, mente, espíritu y emoción. No es tarea fácil, hay muchos apegos, tanto del niño que proyecta dificultades en su transformación a adulto, como de los padres que no saben cómo aliviar ese cambio.
Tan es así que muchos adultos se han instalado en una mentalidad adolescente, donde continúan en plena rebeldía de no aceptar su crecimiento natural ni las situaciones a las que se conducen.
Las brusquedades alteran. De la misma manera que podemos ver natural el crecimiento de una planta, si lo trasladamos a lo humano, podremos darnos permiso para ver la magnificiencia de cada uno como intrínseca. Lo que para unos requiere más tiempo, para otros apenas perciben tardanza. Hay tanta pluralidad, que no se trata de etiquetarnos ni etiquetar.
Un proceso de coaching con un adolescente lo contratan los padres. Muchas veces, la figura de un psicólogo entra en confrontamiento, por la habitual mentalidad rebelde que suele establecerse en esta edad de "psicología inversa".
El proceso ha de ser voluntario, se ha de querer, no funciona si no hay una atracción hacia un deseo. Este es el motor de arranque, el desear salir de ese proceso mental de rebeldía constante, de sentimiento de soledad, de "patito feo" que no encaja, de ir sistemáticamente en contra de las normas, de no cognicionar que eso que está haciendo merma su bienestar, no sólo el de los que le rodean. Que no es necesario ni esconderse, ni armar ruido, que ES y PUEDE. Comprenden que, en esencia, eso que les molesta de los demás es lo que se están haciendo a ellos mismos.
La sesión suele durar entre 45 y 60 min.
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