Chantaje emocional. Parte I

Dibujo a lápiz muñeca con mano de límite

Personas que han practicado mucho este tipo de abuso y que, tal vez no sean conscientes de ello, ni la víctima del chantajista se haya dado cuenta hasta que surge el dolor.

Son verdaderos artistas en el arte de la manipulación, que utilizan técnicas muy eficaces hasta que se hacen con el control de la relación.

 

Para poder tener poder sobre otra persona, ésta te lo tiene que conceder. Si te sostienes no teniendo miedo, no demostrando que tenemos miedo, detenemos el proceso de abuso.

 Lo que hace que estemos a merced de otro, es el miedo a nuestro dolor. Cuando superamos ese dintel de tolerancia a ese dolor, el otro se cansará de pelear con nosotros, buscará a otra victima, ya no hallará la satisfacción de dirigir tu vida. 

Utilizamos la manipulación de los demás para negar nuestro propio problema, echándole la culpa al otro de todos los problemas que tenemos, no nos ocupamos de solucionarlos. Hay niveles más sutiles, pero podemos llegar a una situación insostenible. Tu nivel de claridad lo podrás detectar antes si pones distancia emocional y observas las situaciones con objetividad. 

Cuando sientes que no tienes opciones, eres bastante esclavo de la situación. Quieren manipularte, convencerte de que no tienes opciones, te dan a entender: “a ti quien te va a querer, si eres tú la que no tiene arreglo...” "...después de todo lo que he hecho por ti..." Son personas que no escuchan, que tienen su tonadilla tan aprendida y con un ego muy formado para protegerse de maltratos en su infancia. La persona, que en su día fue víctima de malos tratos físicos o psicológicos, te está manipulando usando tu miedo, usando tu dolor. Sin embargo, los que le concedemos el poder a la otra persona, somos nosotros. 

Los contratos emocionales, son los peajes que nos hacen pagar a cambio de nuestra autonomía. Tu autonomía nunca te va a hacer egoísta, te va a hacer una persona dueña de si misma, más capaz de tolerar la frustración. Lógicamente quien tiene la sartén por el mango es el otro y somos altamente manipulables. Emite un mensaje subyacente de "Yo soy el reflejo de tu autoestima, si me sirves todo irá bien, no me falles..." 

La autoestima está más relacionada con la soledad. En soledad está la autoestima. Las personas con una autoestima saludable quieren estar solas, buscan momentos para estar consigo mismas. 

El chantajista, en nombre de la bondad, ejerce el papel de salvador. Genera resentimiento porque si cuando te ha salvado no recibe la gratitud que espera, entonces hay un problema: "Yo entrego esperando recibir en caricias, y el otro me paga el mismo valor en ideas, en apoyo, en no ausencia. 

¿En qué medida yo necesito que la compañía venga de fuera? El otro lo hará porque habrá algo que sea atractivo. Tú eres soberano de tus emociones y míralo como lo que significa en ti, dentro de ti. Todo empieza porque le estamos pidiendo a otra persona que cubra algo que no está cubierto dentro de ti.

Bailarina con cuerdas en las piernas

El chantaje emocional es una forma de control que recurre a la culpa, la obligación o el miedo. El objetivo es conseguir que otra persona actúe de acuerdo a unos intereses que van en favor de quien hace el chantaje.

Es una manera de manipular la voluntad ajena que se basa en provocar sentimientos negativos de los que la persona chantajeada no parece poder salir, salvo que haga aquello que quiere el “chantajeador”.

“La manipulación prospera en los que dicen ‘Sí’ compulsivamente a todo y en los que son débiles a la hora de defender sus derechos.”

-Walter Riso-

 

Todos nos hemos visto involucrados alguna vez en una situación parecida, ya sea como víctimas o como verdugos. Pero, ¿por qué manipulamos o dejamos que nos manipulen?

El chantaje emocional puede ser muy silencioso, está infiltrado en nuestras relaciones por lo que, en ocasiones, es complicado determinar cuándo somos chantajeados o cuando ejercemos de chantajistas. Suele hacerse de manera inconsciente y esto hace más difícil detectar la manipulación.

Frases como “tú sabrás lo que haces”, “allá tú con tu decisión” o “si me quisieras no harías eso” son un ejemplo de manipulación. A veces, mensajes que, a priori, parecen inofensivos pueden llevar una carga de intencionalidad, buscan meter miedo a la otra persona si no cumple con los deseos del chantajista.

Generalmente, asociamos la manipulación con personas maquiavélicas, retorcidas y egoístas. Pero en la práctica, todos recurrimos alguna vez a algún tipo de chantaje emocional. Uno ejerce el papel de manipulador siempre y cuando se intenta controlar lo que dice o hace otra persona, se exige y no se da alternativa de elección o se dinamita la autoestima ajena.

El objetivo del chantaje emocional suele ser ganar poder en una relación.

 

A pesar de la dificultad por captar a un manipulador emocional, las personas con esta tendencia comparten una serie de rasgos característicos. Se trata de personas capaces de detectar las debilidades del otro. Y no solo las identifican, sino que no tienen reparo en aprovecharse de ello para utilizarlas en su contra. Además, suelen ser personas muy controladoras.

El manipulador, además, es tenaz. No para hasta conseguir lo que busca por cualquier medio.

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