Chantaje emocional. Parte II

Discusión de pareja hetero

Los hay que usan una cierta agresividad, otros el desprestigio o el victimismo y muchos son capaces de reinterpretar cualquier palabra o gesto de la otra persona en su propio beneficio. Por supuesto, no todos los grados de chantaje son iguales, ni responden a los mismos objetivos. Algunos son inocentes y casi inofensivos. Sin embargo, otros son tan retorcidos que pueden terminar dinamitando psicológicamente a la otra persona. La manipulación llevada al extremo puede dejar una herida emocional muy dañina para la persona que lo sufre. 

El chantajista emocional ejerce el papel de víctima, probablemente lleno de inseguridades y miedos. En lugar de hacerse cargo de sus limitaciones, carga sobre el otro esas las debilidades, provocándole sentimientos negativos. El chantajeado acepta, principalmente, por temor a las consecuencias, al enfado o a que el chantajista cumpla con sus amenazas.

Defenderse de un chantajista depende de uno mismo. Cuando uno cree que está siendo manipulado, lo mejor es adoptar una actitud pasiva. NO negarse, pero tampoco aceptar sus peticiones sin más. Dejarlo en “stand by”. 

Esta tregua de tiempo servirá para observar las emociones en uno mismo. Sentimientos como la culpabilidad, el desasosiego o la frustración suelen estar asociados a prácticas manipulativas. Nadie puede dirigir las acciones de otro. Por lo tanto, no permitas que nadie someta tu voluntad al chantaje emocional. Sin embargo, ten en cuenta que siempre se necesitan dos para el chantaje.

Los chantajistas utilizan el miedo, la obligación y la culpa, además de otras armas, veamos qué los impulsa a actuar de la manera en que lo hacen.

El miedo - el miedo a las pérdidas, el temor al cambio y al rechazo, el miedo a la pérdida del poder- es el terreno común en que se mueven todas las personas que se convierten en chantajistas. En algunos casos, esos miedos radican en una larga historia de sentimientos de angustia e ineptitud. En otros, podrán ser la respuesta a incertidumbres y estrés más recientes, que han socavado su autoestima y sus sentimientos de competencia y seguridad. El potencial para convertirse en chantajista aumenta en forma súbita a medida que los miedos se acumulan en la vida de esa persona.

Hechos desencadenantes, como el rechazo sentimental por parte de otra persona, la pérdida de un trabajo, un divorcio, el retiro de la vida laboral o una enfermedad pueden convertir en chantajista a alguien de nuestro entorno inmediato.

El precio que pagamos cuando cedemos reiteradamente al chantaje emocional es enorme. Los comentarios y actitudes del chantajista nos hacen sentir desequilibrados, avergonzados y culpables. Sabemos que tenemos que modificar la situación y, reiteradamente, nos prometemos que lo haremos, sólo para encontrarnos, una y otra vez, burlados y manipulados, como que hemos caído de nuevo en una emboscada.

Comenzamos a dudar de nuestra capacidad de mantener las promesas que nos hacemos y perdemos la confianza en nuestra eficiencia. Nuestra autoestima se va erosionando. Y lo peor de todo es , quizás, que cada vez que nos rendimos al chantaje emocional, perdemos contacto con nuestra propia integridad, esa brújula interior que nos ayuda a determinar cuáles deberían ser nuestros valores y nuestra conducta. A pesar de que el chantaje emocional no es un abuso psicofísico violento, no hay que caer en la tentación de suponer que el precio que se paga no es muy elevado. Cuando convivimos con él, el chantaje emocional nos carcome y se expande hasta dañar en lo más hondo nuestras relaciones más importantes y nuestra propia autoestima.

Es muy importante que conozcas tus valores, para así, serte fiel y que no tenga cabida ningún boicot fruto de algún chantaje emocional.

Sin nuestro consentimiento, el chantajista se vuelve totalmente impotente.

Límites para que el comportamiento de alguien pueda ser calificado de "chantaje emocional"

pareja reflexionando en el dormitorio

Las siguientes seis características constituyen el núcleo del síndrome del chantaje emocional. 

 

1.    EXIGENCIA: Jim quiere algo de Elena. Sugiere que, dado que la relación entre ambos es tan estrecha y que comparten gran parte del día, lo más lógico sería irse a vivir juntos. "Prácticamente ya estoy viviendo en tu casa- le dice Jim a Elena-. Lo único que nos falta es oficializar esta situación". Agrega que, dado que el departamento de Elena es muy amplio y que, de todos modos, la mitad de sus pertenencias ya están allí, la transición sería muy simple.

Hay ocasiones en que los chantajistas no expresan con tanta claridad o que quieren, sino que tratan de que el otro lo adivine. Jim, por ejemplo, habría podido plantear su deseo en forma indirecta: mostrarse resentido en ocasión del casamiento de un amigo y decir, después de haberle preguntado a Elena, con insistencia, qué le pasaba: "Quisiera poder compartir más tiempo contigo; a veces me siento tan sólo...", para agregar, finalmente, que le gustaría irse a vivir con ella.

A primera vista, la sugerencia de Jim parece nacida de un profundo amor y no tiene las connotaciones de una demanda. Pero pronto resulta evidente que está decidido a obtener lo que quiere y que no piensa discutir el tema o cambiar de idea.

2. RESISTENCIA: A Elena, la idea de que Jim se mude a su casa la molesta, y expresa ese sentimiento diciéndole que no está preparada para ese cambio fundamental en la relación. Lo quiere mucho, pero, por ahora, quisiera que él tuviese su propia vivienda.

Si Elena fuera una persona menos franca y directa, su oposición podría llegar a expresarse de otra manera. Quizás se distanciara de Jim, mostrándose menos afectuosa, o diciéndole que ha decidido pintar su departamento y que él tendrá que llevarse sus cosas hasta que haya terminado con los trabajos. Por el contrario, expresa su resistencia sin ambigüedades y el mensaje queda claro. La respuesta es "no".

3. PRESIÓN: Cuando Jim se da cuenta de que Elena no reacciona como él quiere, no hace el menor esfuerzo por entender los sentimientos de ella sino que, por el contrario, la presiona para que cambie de idea. Al principio actúa como si estuviera dispuesto a discutir el tema, pero esa discusión se convierte en un monólogo que tiene el tono de un sermón. Transforma la afirmación de Elena en una exposición de fallas de ella y plantea sus propios deseos y exigencias como algo sumamente positivo. "Solo quiero lo mejor para los dos. Quiero darte más cosas. Cuando dos personas se aman, deberían desear compartir su vida cotidiana. ¿O es que no quieres compartir tu vida conmigo? Si no fueras tan egocéntrica, podrías abrirte más a las cosas buenas de la vida".

De inmediato pasa a una actitud más seductora y pregunta: "¡Es que ya no me amas lo suficiente como para tenerme siempre a tu lado? Otro chantajista podría incrementar la presión insistiendo con vehemencia en que, al vivir juntos, el vínculo entre ambos se estrechará y la relación mejorará aún. Sea cual fuere el estilo utilizado, la presión termina por aparecer, por más que se la disfrace con expresiones benévolas tales como, por ejemplo, las de Jim al manifestar cuánto le duele la renuencia de Elena.

4. AMENAZAS: Al ver que sus deseos chocan contra una pared, Jim hace saber a Elena que, si ella no cede a su pedido, sufrirá las consecuencias de su negativa. El chantajista puede amenazar con causar dolor o desdicha. Podrá decirnos cuánto lo estamos haciendo sufrir. Podrá tratar de conquistarnos con promesas relativas a todo lo que nos dará o cuánto nos amará si hacemos lo que nos pide. Jim presiona a Elena con amenazas veladas: "Si no eres capaz de asumir este tipo de compromiso, después de todo lo que compartimos y significamos el uno para el otro, quizás sea mejor que empecemos a tratar de conocer a otra gente". No amenaza directamente con romper la relación, pero a Elena le resulta imposible ignorar lo que sus palabras implican.

5.OBEDIENCIA: Elena no quiere perder a Jim y se dice a sí misma que tal vez sea un error de su parte decirle que no quiere que vaya a vivir con ella, a pesar de que la idea de una convivencia le sigue resultando incómoda. Ha analizado sus reparos de disuadirla. Algunos meses más tarde, Elena depone su resistencia y Jim se muda a su casa.

6. REITERACIÓN: Al triunfo de Jim sigue un período de paz y serenidad. Ahora que ha conseguido lo que quería, afloja la presión y la relación parece estabilizarse. Elena sigue incómoda con la situación generada, pero también siente un gran alivio al haberse librado de la presión y recuperado el amor y la aprobación de Jim. Éste, por su parte, ha comprobado que presionar a Elena y hacer que ella se sienta culpable es una receta infalible para obtener lo que se le ocurra. Y Elena se ha dado cuenta de que la forma más rápida de cortar con las tácticas de presión de Jim es ceder a sus deseos. De esta manera, ha quedado establecida la base para un esquema reiterativo de exigencias, presiones y capitulaciones. 

--> Sigue en siguiente artículo la parte 3

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