La fórmula de la felicidad

Éxito, fama, sobresalir frente a los otros, comodidad económica, lujos que apenas nos dan tiempo a disfrutar, perder amigos, sacrificar tu niñ@ interior...

Todo esto tiene un alto coste: tu felicidad.

A continuación te muestro un vídeo desde la realidad de varias personas que, aún con éxito, siguen en busca de su felicidad. Saca tus propias conclusiones.

Hay muchos ejemplos de infelicidad que deriva en una depresión que, en ocasiones ha llevado a suicidio, a no querer más invertir en esta vida, a rendirse y salir rápido de ella (Marilyn Monroe, Robin Williams, Kurt Cobain-Nirvana-, Elvis Presley, Antonio Flores, Ernest Hemingway, Amy Whinehouse,...) [siempre hay especulaciones al respecto de si fue suicidio o no, lo doy como ejemplo desde la prudencia de dar por válido lo publicado en cada caso].

Según quién cuenta la historia desciframos en nuestra mente la "obligatoriedad" de que esas personas con éxito, dinero y en boga sostenida, sean felices sí o sí. También nos acogemos a lo de que el dinero, si bien no da la felicidad, sí que aporta. En este sentido, si alcanzamos nuestra propia tranquilidad económica, tal vez nos acerquemos, pero te propongo mi versión, por lo experimentado desde mi propia andadura y la de los amigos y clientes que he conocido y voy conociendo.

Hablo de la fórmula de la felicidad, es muy sencilla: conocer tus valores y ser fiel a ellos.

Cuando estamos en un proceso de coaching, es una de las primeras herramientas que ofrezco al cliente. Conocer nuestros valores propios, dota de mucha paz, de armonía, de poder facilitar nuestras decisiones, pues ya sabemos qué es lo que nos hace bien, qué es lo que nos puede aportar esa tranquilidad interior que nos facilite ese sentimiento de equilibrio, de una armonía serena y satisfacción.

Todos tenemos ciertos valores más prioritarios que otros, sin embargo, el conocerlos, el llevar contigo en mente siempre los 4 o 5 principales, te aporta más allá de lo que puedas imaginarte. Dejas de alimentar al "tirano interior", es decir, dejas de atraer aquello que te hace sufrir y, sobretodo, puedes dejar de sabotearte, de ser, en ocasiones, tu peor enemigo.

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